Maderas
duras
La madera dura, que corresponde a los bosques de frondosas o latifoliadas, tiene una mayor complejidad que la madera blanda, de las coníferas.
Está constituida por un mayor número de tipos de células adecuadas para cumplir diversas funciones fisiológicas específicas.
Así, los vasos leñosos son los responsables de la conducción de la savia bruta, las fibras lo son de la resistencia mecánica de la madera y las células del parénquima acumulan las sustancias de reserva. Por otra parte, los radios leñosos son multiseriados -es decir, están formados por varias filas de células-, en algunos casos los radios son fácilmente visibles a simple vista y pueden presentarse en disposición estratificada.
Maderas
blandas
La madera blanda posee una estructura anatómica mucho más simple, donde el elemento principal son las traqueidas, que realizan a la vez dos funciones:
Los radios leñosos están formados por traqueidas, y son uniseriados -es decir, están formados por una hilera de células- y no presentan una disposición estratificada como podían presentar los radios de la madera dura.
Normalmente, el centro de los radios está ocupado por un canal resinífero.
Los árboles que proporcionan la madera blanda son principalmente las coníferas y su crecimiento es mucho más rápido que las frondosas que proporcionan la madera dura.
Maderas
semi-duras y semi-blandas
Dentro de la división de maderas duras y blandas existen aún dos tipos más de clasificación: la madera semi-blanda y la madera semi-dura.
Esta segunda división que encontramos tanto en las maderas blandas como en las maderas duras, viene determinada por las densidades de las diferentes maderas.
Esta característica es debida a las condiciones en las que el árbol ha crecido. Por ejemplo, dentro de las maderas duras tenemos la bobinga y el haya, pero esta segunda es considerada semi-dura. Esto quiere decir que tendrá menos densidad.